Entre 1295 y 1302 su vida política fue activísima, si bien
únicamente se la conoce por fuentes literarias (sus propias alusiones en la Divina Comedia) o por documentos o
testimonios no directos: tras inscribirse en el gremio de médicos y especiales,
de 1295 a 1296 fue miembro del Consejo del Capitán del Pueblo, representante de
la autoridad popular en paralelo con la autoridad suprema del podestá; de mayo a septiembre de 1296,
tras cesar en el cargo anterior, perteneció al Consejo de los Ciento
(parlamento de los ciudadanos) y votó las leyes contra los magnates.
Con el advenimiento de Bonifacio VIII como pontífice, la
lucha entre las distintas facciones güelfas se agudizó; los «negros»,
encabezados por los Donati, una familia de magnates, consiguieron el apoyo
incondicional del papa e, inmediatamente, lo que había sido un enfrentamiento
interno de Florencia se tornó en conflicto entre la ciudad y el papado. Los
güelfos «blancos», liderados por los banqueros y comerciantes Cerchi, fueron
derrotados en 1301, en una secuencia de dramáticas repercusiones para Dante: en
junio dio testimonio de su oposición a que fueran enviados cien hombres que
ayudasen a Bonifacio VIII en su guerra en Maremma; en octubre fue nombrado
embajador ante el pontífice y al llegar a Roma fue retenido por éste en la
ciudad. En noviembre, cuando Dante todavía se encontraba (probablemente) en
Roma, Corso Donati, jefe de los «negros», entró en Florencia y llevó a cabo una
terrible represalia contra los «blancos». Fueron desterrados seiscientos de
entre ellos y el poeta acusado de baratería, fue condenado a un exilio de dos
años y a no intervenir de por vida en los asuntos públicos florentinos.
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